"quien dijo que un hombre solo ama cuando esos cristales Diamantinos de Precio incalculable Ruedan por esa implacable mejilla? acaso solo aman cuando esa alma reboza de dolor al punto de no poder contener esa tristeza tan inefable?"
Orlando llega cabizbajo a su casa, atraviesa la sala rápidamente no nota que Andrea, su madre esta recostada en el sofá. Con ese instinto sobrenatural que solo poseen esos seres Angelicales llamados madres, una pregunta atraviesa el espacio y es la ultima gota que soportaba la copa, una voz débil y quebrada responde casi que imperceptible "Nada" (una puerta se azota), mientras tanto, al interior de ese cuarto oscuro como una noche sin luna y sin estrellas, recostado en la cama, aun con el uniforme orlando no puede contener su llanto, aquel ser precioso y perfecto, otro ángel que se había posado en su vida monótona había partido a otro lugar, dejando vacío ese pobre corazón tantos sentimientos, tantos momentos, tantos recuerdos, una almohada es testigo de ese dolor tan inefable, tan grande que ni el mismo Zeus podria Contener, de repente orlando nota que su mandíbula comienza a temblar, y sin poder contenerse mas un destello ilumina la habitación la puerta permanece cerrada y las cortinas, color verde marino, no dejan pasar la luz del sol, El no lo nota, pero una Lagrima Tan pura como el agua del Eufrates baja por su mejilla izquierda, voltea su cara hacia la almohada tratando de contener los raudales de tristeza, pero no puede, trata de ahogar su tristeza, pero fracasa y sin notarlo un pequeño suspiro sale de su nariz...
Su Mandibula Aun Tiembla, sus ojos, enrojecidos solo reflejan angustia, esa almohada que hasta ahora solo habia servido para reposar una cabeza ahora contenia uno de los dones mas valiosos, contenía Amor de Hombre
No hay comentarios.:
Publicar un comentario