martes, 20 de agosto de 2019

Entrelazamiento cuántico

Se necesitaron 100 citas y muchos corazones rotos para pasar la noche perfecta.

Había pasado tanto que el lenguaje era irrelevante, y el tiempo relativo, las nuevas historias llenaban el aire y las risas complementaban el silencio.

No había contacto, ni físico ni visual, después de tanto era incluso innecesario, los sentimientos mutuos eran tan grandes que las trivialidades de la cotidianidad estaban sepultadas.

Un encantamiento de ensueño nos poseía. sin saberlo pasaron horas que se sentían como siglos, y nosotros no envejecíamos, era una magia tan intensa que alteraba la teoría del todo, si es que acaso existe.

En el principio, éramos partículas vibrando a frecuencias distintas, sospechosamente atraídas la una a la otra, diferentes, incompatibles. Con el tiempo, esa dinámica de atracción-repulsión nos volvió armónicos y sin saberlo, terminamos entrelazados.

Estas uniones que teóricamente explican todo, pero en la práctica requieren de sistemas altamente complejos para emularse, son fenómenos que pocos entienden, y aún menos comprenden. Esa característica peculiar que adquieren los quantums de quedar unidos permanentemente es la contraparte subatómica de un fenómeno metafísico que tampoco asimila: dos almas sincronizadas para siempre, la materialización del sobrevalorado "amor eterno", del que se habla irresponsablemente, desconociendo que el amor verdadero no se hace en la cama y no consta de miradas lascivas, sino de un abnegado interés por el bienestar del amado y una felicidad absoluta por los triunfos ajenos.

La belleza absoluta de ambos fenómenos admira a filósofos y científicos por igual, ese entrelazamiento profundo entre dos entidades que ahora son una y lo serán por la eternidad.