lunes, 12 de diciembre de 2016

Hacer el amor

Por mucho tiempo me pregunté lo que era hacer el amor. ¿Será como lo pintan en Hollywood? ¿Con un Brad Pitt de espaldas desnudo y una sacerdotisa griega envuelta en sábanas sobre una cama de piel de león? ¿Será sin la magia de las películas y simplemente se expresa en un coito? ¿Cómo las madres hacen el amor con sus hijos?

Parece que la sociedad nos ha cegado y nos ha hecho creer que el amor se representa en el sexo y la felicidad en un orgasmo.

Pensé escribir este post luego de una noche de baile, atreviéndome a salir en todas las canciones, muy cerca de tí, respirando tu pelo y sintiendote cerca. Pensé que podríamos ir a un lugar a solas y amarnos como pensé que lo haríamos y luego, viendote descansar en el lecho, envuelta entre sábanas, con la vista perfecta en el espejo del techo podría escribirte estas palabras.

¡Qué equivocado!

Con el pasar del tiempo, la idea fue tomando un rumbo distinto, descubriendo las palabras de un beso profundo en tus labios, el susurro de uno suave en tu mejilla, el rastro que dejan tus manos al acariciar mi rostro y el olor de tu pelo.

Comprendí que todas esas eran maneras de hacer el amor, pero no lo expresaban como quería.

Pensé escribir, pero el amor si se describe no se entiende, si se dice no se oye, si se escribe no se lee; solo se siente y se siente duro.

Pensé que necesitaría una última noche para dejarte ir, pero no he estado mas equivocado, porque aunque he conocido otros labios, ahí no está el amor.

Por último creo que lo encontré en el lugar mas indicado, pero menos pensado, con la luz ténue de ese farol, que hace que tu rostro sea perfecto, tu sonrisa mas cálida y tu mirada mas profunda. Ese espacio donde tanto tiempo hablamos, donde el tiempo corre y no se cansa; donde parece que no importa porque estamos los dos. Ese espacio que ha compartido tantos sentimientos nuestros: de alegria, dolor; felicidad, llanto; recuerdos, remordimientos ...

Con las piernas fuera del carro, mi cabeza en tu regazo, mi mano en algún lugar de tu espalda y tu mano sobre mi rostro. Contándonos las mismas historias, los mismos recuerdos, los mismos miedos, las mismas despedidas ...

Hoy era distinto.

Entendí que nunca estaría listo para dejarte ir, pero no existía un mejor momento para expresarte todo lo que siento, con una pequeña lágrima saliendo de mi, tan pequeña que ni se siente, pero con mucho significado. La primera que derramaba frente a ti.

Sabía que eras libre, siempre lo fuiste, y que nunca podría cambiarte, pero que podía aceptarte y estar contigo siempre que me lo permitieras, y que haría todo lo que estuviese en mis manos por estar contigo.

...

No se cuanto tiempo en silencio pasó, habrían sido siglos, pero no importaba, era el lugar donde quería estar, porque sin saberlo tu presencia se había vuelto mi familia, tu cuerpo mi hogar y sin planearlo, estaba haciendo el amor.

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